Wednesday, April 16, 2008

Observaciones de una simple mortal


Con el pasar del tiempo me he dado cuenta de que en realidad nuestro existir se resume en aquella frase popular de “coser y cantar”. No se quien le dijo al que la invento que coser es fácil…y por aquello de cantar, nadie dijo que tenia que ser “cantar bien”. Y para aquellos que dicen que la vida es silbar, que le pregunten a mi bisabuela, que en paz descanse, a quien enseñe a silbar a la edad de 90 años, siendo yo 86 años menor.
Aprendí que el hombre trata de llenar su vida de cosas insignificantes que parecen grandes, como la vida social o el glamour de la farándula, o manejar un auto de lujo, y se dan cuenta que al final de la vida se perdieron aquello que en realidad era grande. Es tristemente comprobable cuando en su lecho de muerte ninguno piensa en su casa de medio millón de dólares, o en su bote de los fines de semana que le costo una fortuna adquirir para nunca usarlo porque la gente que quiere esta lejos, o el esta muy ocupado en duplicar su dinero para comprar un bote mas grande. Con el pasar del tiempo me he dado cuenta de que en la vida las cosas grandes en realidad son las pequeñas.
Aprendí que lo importante no es cuantos libros leíste, ni cuanto conocimiento acumulaste, sino cuanto de ese conocimiento compartiste con los demás y utilizaste para hacer el bien y no simplemente para alimentar tu ego y la vanidad de “saber que sabes”.
También aprendí que no importa cuantos años inviertas en tu educación, ni cuanto creas que sabes…al final, no sabes nada.
Aprendí que los niños son los mejores maestros…y si, eso lo aprendí de Jesús.
Aprendí que no importa cuanto creas haber logrado en la vida: un matrimonio feliz, una casa cómoda, un trabajo estable, un sueldo envidiable, hijos saludables…nada es comparable con haber logrado tus sueños aunque el camino a ellos sea arduo y tortuoso. Y nada es peor que la frustración de no haber seguido ese camino por optar por uno “menos complicado”.
Aprendí que la felicidad de cada persona es diferente, y que la misma receta con diferente cocinero no equivale al mismo resultado. Todos tenemos derecho a buscarla donde mejor nos parezca, pues hay tanta belleza en la sombra como en la luz, porque ambas fueron hechas por el mismo creador.
Entendí que la solución de los problemas no es ignorarlos, ni tampoco reventarse la materia gris contra una pared. Hay ciertas cosas que no tienen solución, y cuando no la tienen dejan de ser problemas.
Llegue a la conclusión de que lo único que no me gusta de mi trabajo como recepcionista es tener que mentir cuando llaman a alguien y tengo que inventar excusas porque esa persona no quiere tomar la llamada.
Y entre las muchas cosas que aun no entiendo, y que nunca entenderé es por que el hombre esta tan fascinado con alcanzar los mas recónditos lugares del universo y en hacer contacto con extraterrestres, cuando aun no han apreciado la belleza de esta Tierra, de este regalo perfecto…y ni siquiera conocen el nombre de su vecino de al lado.